Vamos a estar claros: todos nos ponemos nerviosos en una entrevista de trabajo, pues tenemos la creencia que una sola frase incorrecta nos va a poner al final de la lista de candidatos (Si es que no sacan el “sello rojo” de una vez).
Pero lo cierto es que si llegamos a la fase de las entrevistas, es porque nuestro resumen curricular ha cumplido a cabalidad su misión: ponernos un pie en la empresa, darnos la oportunidad de ver frente a frente a un analista de recursos humanos para que nos conozcan, nos hablen un poco de la empresa y hacernos algunas preguntas… quizá un tanto “malintencionadas”.
"Ahora...¿Con cuanta frecuencia va al baño durante el dia...?"
Lo cierto es que tales preguntas no se hacen con el objeto de tener una “respuesta correcta”. Nuestro hemisferio izquierdo es el que destila mayor cantidad de terror por la expectativa de tal interrogatorio, puesto que piensa de manera lógica “¿Si te hacen preguntas es para que las contestes correctamente, no?”. Pero a menos que quieran poner a prueba tus procesos lógicos (En Microsoft te preguntarán “¿Por que las tapas de las alcantarillas son circulares?”), o constatar tu experiencia profesional (Si quieres ser ingeniero de Apple, te pondrán un teléfono Samsung enfrente y te pedirán que nombres al menos 10 materiales de los que está hecho), un cuestionario informal orientado hacia tus opiniones se encarga de sondear más lo que transmites con todo lo que no dices.
El inconveniente principal surge cuando todo tu cuerpo vibra al son de la ansiedad mencionada más arriba. ¿Acaso debemos tratar de parecer impasibles, férreos y sin emoción? ¿Los nervios serán así de peligrosos para una selección que nos favorezca? La verdad es que lo dudo.
De hecho, los nervios pueden ser excelentes aliados.
¿Pero cómo? ¿Cómo podemos convertir tal debilidad en una fortaleza? La respuesta: no hay que convertir nada. Tus nervios, de por sí, son un punto a tu favor, pues le están diciendo al empleador que sientes ansiedad porque quieres el empleo. ¿Crees que le interesaría alguien que no se sienta deseoso por trabajar en la compañía? lo dudo… sería una muy mala decisión de escoger a alguien asi.
Antes que nada, debes diferenciar los dos tipos de nervios: los de inseguridad y los de ansiedad. Los primeros son producto de no sentirte lo suficientemente calificado para el cargo y son altamente destructivos, pues merman tu autoconfianza y pueden llevarte a meter la pata al abrir la boca. De esos, ¡Puedes olvidarte!, ya te dije que si te llamaron para una entrevista es porque te consideran tu experiencia apropiada para el puesto, sólo quieren conocerte.
Ahora, la ansiedad por obtener el trabajo… ¡Ésos son los nervios buenos! claro, siempre y cuando los acompañes de una total y absoluta honestidad. No me refiero a que digas expresamente “Estoy muy ansioso por obtener el empleo” (ten por seguro que si dices ésto, serás automáticamente rechazado), porque tu fin último no es “obtener el empleo”, sino en realidad aportar tu valor como profesional a la organización.
Obtener el empleo no es una meta en realidad; ser parte dela empresa que te va a contratar, sí lo es. ¿Captas la diferencia…? porque es muy, muy importante este punto.
Es mucho mejor que demuestres la expectativa que tienes acerca de cómo te desempeñarás en el cargo. No puedo hacer demasiado énfasis al recomendarte que seas sincero y no exageres ni tus habilidades ni tu supuesta “seguridad”. Ambas son actitudes muy peligrosas.
¡Ya lo sabes! es perfectamente natural que sientas ansiedad al momento de una entrevista de trabajo. Sólo relájate y piensa que quien del otro lado de la mesa también es un ser humano, también pasó por eso y de seguro no tiene ninguna intención de rechazarte de buenas a primeras (a menos que seas una mujer demasiado bella). ¡Usa esos nervios para tu beneficio!
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