La terapia psicológica online en la Argentina tuvo su primer capítulo con la crisis de 2001/2002, que llevó a miles de personas a emigrar buscando nuevas oportunidades laborales y recurrieron al chat o al Skype para poder continuar las sesiones con su terapeuta. Pero desde entonces no dejó de crecer y hoy ya uno de cada tres psicólogos atiende a través de Internet. La famosa “Villa Freud” se está mudando a la Web.
“Hay terapeutas que prefieren el chat u otros que preferimos Skype, pero muchas usamos veces ambos. Cuando un paciente siente vergüenza de contar algo, le ofrezco la opción de que lo escriba y trabajemos ciertos contenidos por chat. En la psicoterapia online el paciente y el terapeuta no se encuentran en el mismo lugar físico, pero tienen un punto de encuentro psíquico ”, explica la licenciada Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Migraciones de los pacientes, actividades laborales que les exigen viajar en forma continua, falta de tiempo para ir al consultorio del terapeuta, la distancia para desplazarse hasta allí o las complicaciones del tránsito son las principales causas que explican este auge. Y también el conocimiento y el acceso a la tecnología a través de las redes sociales, que posibilitó que sean los adultos jóvenes quienes más utilizan este tipo de servicio, cuentan en la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA), entidad donde ya el 35% de sus miembros atiende por esta vía.
Según los especialistas que atienden de esta forma, estos tratamientos representan entre el 15% y el 50% del total de su actividad . Si bien en nuestro país no existen estadísticas, un estudio de la Clínica Mayo de Estados Unidos relevó que esta modalidad tiene más aceptación en personas de entre 25 y 55 años, especialmente en las mujeres que trabajan. Aquí los terapeutas conceden que el perfil es similar.
“La modalidad online responde a una necesidad imperiosa de nuestra sociedad de poder recibir apoyo y mantener una terapia a pesar de las dificultades del medio ambiente y de la vida agitada de nuestros días . Mis pacientes online han avanzado en sus vidas de una forma que tal vez no sería posible si tuvieran que trasladarse físicamente al consultorio”, dice la licenciada Beatriz Bergman, psicóloga clínica y máster en programación neurolingüística. Terapeutas y pacientes destacan que de esta forma se ahorra mucho del estrés que hoy implica llegar al consultorio y que la flexibilidad horaria facilita la continuidad del tratamiento.
La terapia online suele tener la misma duración que la convencional (entre 30 minutos y una hora por sesión dependiendo del terapeuta). Los costos son iguales que en las sesiones cara a cara. “La frecuencia varía de una a cuatro sesiones semanales en función de la necesidad de cada persona. Como parte del encuadre, les aclaro que yo trabajo en mi consultorio y les pido a los pacientes que también lo hagan siempre desde el mismo lugar”, puntualiza Liliana Manguel, psicoanalista y miembro titular de APdeBA.
El “contrato” y el “encuadre”, afirman los especialistas, deben ser siempre acordados y por eso recomiendan realizar varias entrevistas de prueba para constatar si la terapia será factible en cada caso. También aseguran que la pérdida del contacto cara a cara no influye en el resultado del tratamiento . Manguel explica que en este abordaje no se habla de ausencia fáctica, sino de una presencia diferente. “La falta de contacto corporal, visual y olfativo lleva a que se agudicen otros sentidos como el auditivo. Lo que también resulta diferente es el tema de los silencios. Muchas veces a la distancia son más difíciles de tolerar. Es importante diferenciar si son resistenciales, para reflexionar o comunicar algo, o si es que simplemente se cortó la línea ”, dice.
Sin embargo, la licenciada en psicología Adriana Martinez, coordinadora asistencial de la Fundación Buenos Aires, tiene una mirada más crítica y sostiene que es importante como analista tener en claro qué se pierde en la situación virtual. “Eso, más allá de lo obvio, debo evaluarlo con cada paciente, caso por caso. Estar muy advertido de que, las más de las veces, este tipo de tratamientos resultan inviables por diferentes motivos. Y actuar con responsabilidad, fijar reglas claras para el funcionamiento. Por eso es indispensable contar con la posibilidad de ver al paciente personalmente, aunque sea esporádicamente”, concluye. Es importante estar alerta al profesionalismo de los analistas para evitar caer en improvisados y también poder tener siempre un camino alternativo de contacto entre el terapeuta y el paciente.
“Hay terapeutas que prefieren el chat u otros que preferimos Skype, pero muchas usamos veces ambos. Cuando un paciente siente vergüenza de contar algo, le ofrezco la opción de que lo escriba y trabajemos ciertos contenidos por chat. En la psicoterapia online el paciente y el terapeuta no se encuentran en el mismo lugar físico, pero tienen un punto de encuentro psíquico ”, explica la licenciada Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Migraciones de los pacientes, actividades laborales que les exigen viajar en forma continua, falta de tiempo para ir al consultorio del terapeuta, la distancia para desplazarse hasta allí o las complicaciones del tránsito son las principales causas que explican este auge. Y también el conocimiento y el acceso a la tecnología a través de las redes sociales, que posibilitó que sean los adultos jóvenes quienes más utilizan este tipo de servicio, cuentan en la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA), entidad donde ya el 35% de sus miembros atiende por esta vía.
Según los especialistas que atienden de esta forma, estos tratamientos representan entre el 15% y el 50% del total de su actividad . Si bien en nuestro país no existen estadísticas, un estudio de la Clínica Mayo de Estados Unidos relevó que esta modalidad tiene más aceptación en personas de entre 25 y 55 años, especialmente en las mujeres que trabajan. Aquí los terapeutas conceden que el perfil es similar.
“La modalidad online responde a una necesidad imperiosa de nuestra sociedad de poder recibir apoyo y mantener una terapia a pesar de las dificultades del medio ambiente y de la vida agitada de nuestros días . Mis pacientes online han avanzado en sus vidas de una forma que tal vez no sería posible si tuvieran que trasladarse físicamente al consultorio”, dice la licenciada Beatriz Bergman, psicóloga clínica y máster en programación neurolingüística. Terapeutas y pacientes destacan que de esta forma se ahorra mucho del estrés que hoy implica llegar al consultorio y que la flexibilidad horaria facilita la continuidad del tratamiento.
La terapia online suele tener la misma duración que la convencional (entre 30 minutos y una hora por sesión dependiendo del terapeuta). Los costos son iguales que en las sesiones cara a cara. “La frecuencia varía de una a cuatro sesiones semanales en función de la necesidad de cada persona. Como parte del encuadre, les aclaro que yo trabajo en mi consultorio y les pido a los pacientes que también lo hagan siempre desde el mismo lugar”, puntualiza Liliana Manguel, psicoanalista y miembro titular de APdeBA.
El “contrato” y el “encuadre”, afirman los especialistas, deben ser siempre acordados y por eso recomiendan realizar varias entrevistas de prueba para constatar si la terapia será factible en cada caso. También aseguran que la pérdida del contacto cara a cara no influye en el resultado del tratamiento . Manguel explica que en este abordaje no se habla de ausencia fáctica, sino de una presencia diferente. “La falta de contacto corporal, visual y olfativo lleva a que se agudicen otros sentidos como el auditivo. Lo que también resulta diferente es el tema de los silencios. Muchas veces a la distancia son más difíciles de tolerar. Es importante diferenciar si son resistenciales, para reflexionar o comunicar algo, o si es que simplemente se cortó la línea ”, dice.
Sin embargo, la licenciada en psicología Adriana Martinez, coordinadora asistencial de la Fundación Buenos Aires, tiene una mirada más crítica y sostiene que es importante como analista tener en claro qué se pierde en la situación virtual. “Eso, más allá de lo obvio, debo evaluarlo con cada paciente, caso por caso. Estar muy advertido de que, las más de las veces, este tipo de tratamientos resultan inviables por diferentes motivos. Y actuar con responsabilidad, fijar reglas claras para el funcionamiento. Por eso es indispensable contar con la posibilidad de ver al paciente personalmente, aunque sea esporádicamente”, concluye. Es importante estar alerta al profesionalismo de los analistas para evitar caer en improvisados y también poder tener siempre un camino alternativo de contacto entre el terapeuta y el paciente.
El psicoanálisis pierde terreno ante las ofertas “alternativas”
Sus defensores aseguran que no está en riesgo. Pero que debe buscar otras respuestas.
Terapias breves, yoga, constelaciones familiares, mindfulness, meditación holotrópica, analistas que van a jugar al fútbol con sus pacientes. Estas son algunas de las diversas opciones de tratamientos que se ofrecen desde hace algunos años en Buenos Aires, una tendencia que a simple vista podría poner en riesgo el calificativo de “ciudad psi” por la histórica adhesión e identificación de los porteños con este tipo de tratamiento.
Mil pesos gasta por año, en promedio, una persona que va dos veces por semana a terapia, según estadísticas de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Y 154 psicólogos cada 100.000 habitantes es la proporción en la Argentina, cifra que representa el triple de la que hay en los Estados Unidos.
“El psicoanálisis no tiene ningún riesgo de extinción como disciplina científica. Sus teorías y sus conceptos han brindado una dimensión de la complejidad de la condición del hombre y de su civilización que no ha podido ser superada. El psicoanálisis es una entidad viviente que se enriquece día a día”, opina Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Una de las razones del surgimiento de estas nuevas alternativas que lejos están del diván se relaciona con la imperiosa necesidad de la sociedad de tener respuestas rápidas a sus padecimientos. “No sabemos cuál será el rumbo hacia el que va el psicoanálisis, pero no pienso que sea a la extinción sino a la necesidad de seguir pensando y profundizando teóricamente en todos los cambios que se produjeron por la ampliación de los problemas clínicos”, propone la doctora Clara Nemas, secretaria científica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA).
Fernando Rubano, miembro de la Escuela Sistémica Argentina, no cree que “la elección de otras escuelas terapéuticas sea una amenaza para el psicoanálisis. Seguirá existiendo y de hecho la gran mayoría de los terapeutas venimos de una formación freudiana”. Nemas completa: “El psicoanálisis surgió tratando de encontrar alguna respuesta al tema de la angustia. La angustia de nuestra época parece más marcada por inquietudes no satisfechas al mismo tiempo que existe la exigencia de una satisfacción inmediata que no satisface porque tiende al infinito. El psicoanálisis necesita atender estos fenómenos complejos”.
Mil pesos gasta por año, en promedio, una persona que va dos veces por semana a terapia, según estadísticas de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Y 154 psicólogos cada 100.000 habitantes es la proporción en la Argentina, cifra que representa el triple de la que hay en los Estados Unidos.
“El psicoanálisis no tiene ningún riesgo de extinción como disciplina científica. Sus teorías y sus conceptos han brindado una dimensión de la complejidad de la condición del hombre y de su civilización que no ha podido ser superada. El psicoanálisis es una entidad viviente que se enriquece día a día”, opina Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Una de las razones del surgimiento de estas nuevas alternativas que lejos están del diván se relaciona con la imperiosa necesidad de la sociedad de tener respuestas rápidas a sus padecimientos. “No sabemos cuál será el rumbo hacia el que va el psicoanálisis, pero no pienso que sea a la extinción sino a la necesidad de seguir pensando y profundizando teóricamente en todos los cambios que se produjeron por la ampliación de los problemas clínicos”, propone la doctora Clara Nemas, secretaria científica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA).
Fernando Rubano, miembro de la Escuela Sistémica Argentina, no cree que “la elección de otras escuelas terapéuticas sea una amenaza para el psicoanálisis. Seguirá existiendo y de hecho la gran mayoría de los terapeutas venimos de una formación freudiana”. Nemas completa: “El psicoanálisis surgió tratando de encontrar alguna respuesta al tema de la angustia. La angustia de nuestra época parece más marcada por inquietudes no satisfechas al mismo tiempo que existe la exigencia de una satisfacción inmediata que no satisface porque tiende al infinito. El psicoanálisis necesita atender estos fenómenos complejos”.
FUENTE: Diario Clarin
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