El Mahabharata es un extenso poema hindú, que al parecer fue escrito hace 5.000 años (3.000 a. C.). La tradición atribuye su redacción a Vyasa, si bien alcanzaría su forma definitiva varios siglos después, bajo el reinado de los Gupta.
Consta de más de 107.000 pares de versos. Su extensión es siete veces superior a las famosas obras «La Ilíada» y «La Odisea» juntas.
Parece tener un fuerte fundamento histórico, ya que en los Vedas hay referencias a personajes del Mahabharata, que supuestamente intervendrían en una guerra intertribal, ocurrida en el segundo milenio antes de Cristo, y en la que participó toda la India septentrional.
Este antiguo poema narra en lengua sánscrita la epopeya de las reyertas entre los «kurus» y «pandavas», clanes tribales que tenían como predecesor común a Bharata, hijo de Sakuntala. La guerra entre las dos tribus hermanas había sido iniciada a consecuencia de que Pandu, el hijo menor del rey Hastinapura, había ascendido al trono debido a que su hermano mayor, Dhritarashtra, era ciego.
El Bhagavad-Gita, «Canto del Señor», cuyo título completo es Srimadbhagavadgita-upanishad, («Enseñanzas impartidas en el Canto Supremo del Señor») se encuentra en el libro VI Bhismaparvan, sección 6 del Mahabharata. Se trata de un Upanishad («Enseñanza a los Pies del Maestro»). Es decir, es una revelación espiritual de una enseñanza secreta impartida por Krishna.
Esta obra, junto con el Shrimad Bhagavatam, constituye la piedra angular de todas las religiones y sectas religiosas hindúes de tendencia Bakti (devocional), centrándose el objeto de adoración en la personalidad divina de Krishna, aceptado como un Maestro Perfecto, una encarnación sobre la tierra de ese Poder omnipotente, omnipresente y omnisciente, que los occidentales llamamos Dios.
El mensaje esencial de los Vedas, tanto como el del Shrimad Bagavatam, y aún más claramente enunciado en Bhagavad Gita, es que Dios, el Señor del Universo, se manifiesta una y otra vez en forma humana sobre este planeta, dejando un cuerpo para tomar otro con el propósito de liberar a sus devotos de las miserias del océano de Maya (ilusión), que constituye este mundo de los sentidos.
Éste es el mensaje más importante contenido en todas estas escrituras sagradas de origen hindú; sorprendentemente, constituye un factor común en casi la totalidad de las escrituras, que narran la vida o enseñanzas de los grandes Maestros, a pesar de pertenecer a diferentes épocas, culturas y procedencias geográficas: Rama, Brizna, Buda, Sócrates, Zoroastro, Moisés, Patañjali, Lao Tse, Jesús, Mahoma, Sankaracharya, Santo Kabir, Shri Chaitanya, Shri Ramakrishna, etc.
Esta experiencia que Krishna revela a Arjuna, tal y como se nos describe en el Gita, es la experiencia directa de Dios a través del Conocimiento revelado por el Guru a su discípulo una vez que se ha establecido una relación de amor entre ambos, o mejor que establecido yo diría re-establecido. Porque el Amor del Señor (manifestado físicamente como Guru) hacia la especie humana como “sus hijos” es constante incondicional y universal.
“Siempre que el bien decae extinguiéndose poco a poco, predominando en su lugar la maldad y el orgullo, Mi Espíritu se manifiesta en forma humana sobre esta tierra.”
BHAGAVAD GITA, 4-7
De hecho, es esa misma experiencia directa de la Verdad o la perfección, de Dios o como se le quiera llamar, lo que ha motivado a Maestros y santos a tratar de describir (harto imposible), la dicha incomparable que tal experiencia produce al ser humano.
Con toda seguridad el Señor del Universo está AQUI y AHORA. Ni siquiera es necesario ir a buscarlo a parajes lejanos, exóticos o secretos, de acuerdo a nuestras creencias o conceptos de lo que El es o debe ser. Es mucho más fácil.
Hemos de aceptar la necesidad de un Maestro que tome las riendas de nuestra vida, dado que rigurosamente hemos demostrado a través de miles y miles de ensayos durante los años que tenemos de vida, que somos incapaces de llevar nuestra vida a un estado permanente y consistente de dicha continuamente renovada.
“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.”
MATEO, 7:7
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